Lo primero que vamos a hacer es preparar la masa. Para eso, ponemos la harina en un bol grande y hacemos un hueco en el centro, añadimos la levadura alrededor y luego el agua.
Mezclamos con una cuchara hasta integrar el líquido y luego pasamos la masa a una superficie enharinada. Amasamos durante unos 10 minutos, hasta obtener una masa suave y elástica.
Formamos una bola y la ponemos en un recipiente engrasado con aceite. La tapamos con papel film y la dejamos reposar en un lugar cálido hasta que doble su tamaño, unos 45 minutos.
Mientras tanto, vamos a preparar el relleno. Cortamos las cebollas en juliana y las ponemos en una olla con un poco de aceite de oliva. Las cocinamos a fuego medio y tapadas, removiendo de vez en cuando, hasta que se caramelicen y queden blanditas. Les añadimos el orégano y la sal al gusto y reservamos.
Cortamos las uvas por la mitad y las reservamos también.
Cuando la masa haya levado, la volcamos sobre una bandeja de horno engrasada. Con las palmas de las manos, presiona suavemente el centro de la masa hacia los bordes, evitando tocarlos para que queden más gruesos. A continuación, con las yemas de los dedos, crea pequeños hoyuelos en la superficie de la masa, sin llegar a los bordes. Pincela generosamente con aceite de oliva virgen extra.
Repartimos la cebolla caramelizada, las uvas y los quesos sobre la masa. Deja reposar la focaccia en un lugar cálido durante 30 minutos más, para que leve ligeramente y se desarrolle aún más el sabor.
Precalentamos el horno a 180 grados centígrados y horneamos la focaccia durante 40 o 45 minutos, hasta que esté dorada y crujiente. La sacamos del horno y la dejamos enfriar un poco sobre una rejilla. Ya tenemos lista nuestra focaccia de cebolla, uvas y queso azul, una delicia que os va a encantar.